jueves, 8 de septiembre de 2011

Yo. Mi complejidad, impaciencia, soberbia y orgullo. Mis cinco o seis kilos de más, mis manos ásperas y cabeza estrecha. Las revoluciones frustradas, la sonrisa bipolar y ojos cansados de cualquier tarde de domingo. Mis manías, mi rabia, envidia y cada marca de mi piel. Los acordes de mis oídos, la memoria de mi retina y la sequedad en la voz. Los recuerdos marchitos, cada vez que mis ideas volvieron a bailar… mi frialdad, sencillez y pasión. Las dudas, insultos que aún hieren, miedos e inseguridad. Mi ambición, mi ceguera, luchas inacabadas y palabras que olvidé retirar. Los sueños que olvido al despertar y no me dejan dormir. Las ganas de volver, mi prisa por marcharme, mi indecisión, mis comparaciones odiosas y rabias descontroladas. El sabor de la victoria, la amargura escondida de mis derrotas. El ingenio que renace cuando silencio la razón, los errores que no reconoceré, las veces que me enciendo y reviento el corazón. Mi sentimiento apátrida, mi revés emocional. Mi triste búsqueda de la perfección, el año en que la emprendí, el rastro que pueda quedar de aquello. Mi colección de genialidades ajenas, rencor y relaciones obsoletas. Mi furia, amor por mis razones y argumentos interminables. Contradicciones, pensamientos y dulzura ocasional. Mis dobles sentidos, mi forma de decir sin hablar.
Ámame así, tan caótica, tan difícil…tan tuya y tan mía.

domingo, 22 de mayo de 2011

Los poetas han muerto. Las palabras son puras y los sentimientos, neutros. Las metáforas, los giros y la imprecisión han dado paso a la vida, a los besos. Los roces novatos, las caricias inexpertas. Ha llegado el momento de volver a la piel, de sentirse los huesos, de comer el miedo y sentir el deseo.
Nadie debería hacer el amor con palabras, el amor en palabras, es un amor muerto.

sábado, 29 de enero de 2011

(te quiero)

Añoro los aristas de tu boca
la química de tu piel
la boca que no me escucha
los ojos que nunca callan
la chispa de tus neuronas
el genio de las hormonas
los vértices de tus huesos
tus dientes, tu pelo
tu cerebro y tu pecho
esa respiración entrecortada
que emites al dormir

añoro cuando me dices: prohibidos los te quiero
y yo lo acabo de decir.