La sonrisa de los domingos.
Las calles que sorteamos al andar.
El olor de la lluvia en tu pelo.
El tic-tac de la espera,
las manos ásperas en Febrero.
Las sábanas sucias de amor y madrugada.
El día que quisiste volar en bicicleta,
las historias que inventabas.
Las tardes que pasaste tratando de que fuera menos idiota,
los besos dormidos, tu aliento en mi ropa.
El primer verano contigo,
el primer invierno sin ti.
Las apuestas imposibles,
las paredes que llenamos de momentos,
tu retrato en mi cabeza.
Los cumplidos,
las sonrisas sinceras,
los viajes sin destino.
Los sí.
Los no.
Los te quiero,
Los “no te entiendo”.
Los años, meses, horas
y cada segundo que viviste en mi cabeza,
¿Cómo hacer para no olvidar nunca tus manos,
tu pelo,
tu risa,
tu cuello,
tus días rotos,
tus noches desnudas,
los instantes eternos?
Voy a guardar cada recuerdo de ti.
De tu piel y de tu voz,
de lo primero que dije al conocernos,
de cómo pudiste despedirte.
Voy a vivir cada día tu humor,
tu esencia, tu cuerpo.
Para que, cuando empiece a olvidarte,
pueda sentirte de nuevo.
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