¿Por qué siempre le pasaba a ella? ¿Por qué nunca podría ser una persona normal? Cuánto ansiaba poder preocuparse por el IVA, la factura de la luz, el precio de un kilo de tomates o la hernia de la anciana del segundo. De verdad, lo necesitaba. Un trabajo mediocre, queso light en la nevera, una caldera que arreglar, dos hijos normalitos, ni muy listos ni muy tontos. Uno con algún déficit de atención, alguna pijada, algo por lo que poder llevarle al psicopedagogo. Eso estaba de moda. Esas familias modelo, con geranios en el balcón, haciendo terapia conjunta los sábados a mediodía. Podría conocerle a él, médico… o abogado… no, eso está muy visto, necesitamos algo más moderno, Abril, se decía… experto en energías renovables, guau, eso estaría genial, suena muy minimalista, pensaba. Pero allí estaba ella. Decenas de relaciones frustradas más tarde, rodeada de gatos enfermos y un pastel de zanahoria quemándose en el horno. Ella, con su complejidad, rodeada de felinos con patas vendadas y heridas de guerra. Ella, que habría deseado ser la quinta Beatle y chapurrea francés mientras entona una canción de Charles Aznavour.
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