Llevas
en ti narrada la razón de todo. Está en tu piel escrito el daño que vas a
causarme. Pero tú no lo sabes, sólo yo puedo leerte entre caricias.
Vas
a desgarrarme una y otra vez. Lo veo en tu espalda, en tu nuca, en cada curva. Vas
a romperme y lo sé. Pero no puedo evitarlo.
Sé
que en esta cama no duerme la esperanza, sólo el caos, los dedos ciegos en
busca del éxtasis. Entre estas sábanas, nosotras al fundirnos, tú y yo al
despertar. Sé que esta cama me tatuará el dolor en el pecho y me arrastrará
siempre.
Sin
embargo, hay veces que te aferras a mi cuello y dejas descansar tus labios en
mi oído... es entonces cuando miro al frente, en un silencio sólo roto por tu
entrecortada respiración y susurro a la nada que me deje un rato más. Aquí. Con
tu sudor mojándose en mí.
Y
tú, que nada sabes, me correspondes con tus labios.
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